


Lo triste de lo ocurrido es que fuese predecible. Predecible en tanto que las directivas de ambos clubes han venido protagonizando una guerra abierta en vísperas de uno de los derbis más peligrosos de Primera División. No creo que la sevillana sea más violenta, ni si quiera más apasionada que cualquier otra afición de este país. Los últimos derbis madrileños o catalanes, por poner algún ejemplo, han tenido que ser animados por la prensa, pues en el seno de los clubes parecen haber aprendido la lección de que quien siembra vientos recoge tempestades. Bravo por ellos pues.

Lo de Sevilla es para suspender la participación de ambos clubes en Copa, Liga y hasta en la Lotería de Navidad. Eso o meter entre rejas a algún que otro dirigente futbolístico. Últimamente era el Betis, con Manué (lo de Don sobra) de instigador, el que ponía más empeño metiendo el dedo en el ojo, pero cuando no es el uno es el otro (Del Nido), y desde luego las réplicas nunca han servido para llamar a la concordia. Hace poco dos niños quedaron huérfanos de padre en Sicilia por algo parecido... y los hay que siguen sin aprender la lección. Lo mejor de todo es que se arreglará impidiendo a 50.000 personas la entrada al estadio en el que UNO tiró una botella... y lo peor es que caeremos en el error de pensar que al final todo quedó en un susto. Por cierto... ¿para cuándo cierran el Nou Camp?
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