El principio del fin

Episodios como los que está viviendo el Barça esta temporada no son más que el preludio de los mayores declives. Sin haber renunciado a ese fútbol preciosista, el Barcelona no ha encontrado aún el ritmo que le hizo arrollar a todo el que se le ponía por delante, esa sexta marcha que le condujo a un doblete histórico y a una racha de victorias que tardarán mucho en olvidar en la Ciudad Condal.

A diferencia de lo que ocurrió en el Real Madrid, que hace no mucho también murió de éxito, la crisis (crisis real, no el hecho de perder un par de partidos) se hace mucho más predecible y palpable, pues las palabras de Samuel Eto’o dejaron al descubierto las vergüenzas de un vestuario que se sabe dividido gracias tanto a Joan Laporta como Sandro Rosell, cuyo único mérito como directivo fue el de hacer migas con el rey de la simpatía (Ronaldinho).

Vale que son líderes en la Liga, vale que siguen vivos (aunque agonizando) en las otras dos competiciones importantes, pero si hacemos un paralelismo con aquel “equipo” de Queiroz, lo que le espera a la afición culé no son más que disgustos. Hablo de ese Madrid que en marzo jugaba una FINAL de Copa, del mismo que mandaba en la Liga, del que pasó con nota la ida de los cuartos de la Champions ante el Mónaco (4-2) de Morientes, Giuly, Prso, Coupet y compañía. Ese Real Madrid acabó la temporada con un triste récord de derrotas, y desde entonces la Cibeles ha quedado para que la decoren con luces de colores en Navidad.

Atendiendo no a la fría y estúpida estadística, sino a la siempre reveladora historia, Madrid y Barça funcionan como vasos comunicantes, esto es, que cuando uno se llena el otro se vacía, y viceversa. Aventuro pues que esta temporada sea más bien de transición, una transición en la que Valencia o Sevilla puedan aprovechar para llevarse el título liguero. En mi opinión, es el Valencia el que más papeletas tiene, pues aspira a grandes metas y no se arruga ante nadie, por no hablar del equipazo que tiene, creciendo día a día con un Villa letal, un Silva espectacular y los siempre oportunos Morientes, Angulo o Ayala. Pena que no explote Joaquín. Eso sí, la próxima temporada... todos al Bernabéu, que comienza el espectáculo.